jueves, 6 de mayo de 2010

"WATCHMEN"

Para celebrar de alguna manera el inicio del Salón del Cómic de Barcelona, rescato de mis archivos la crítica que escribí en el momento del estreno de la esperadísima "Watchmen" y que se publicó en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE hace ya muchos números.

A la hora de abordar esta reseña me apena ser uno de los millones de aficionados al comic que admiran esa obra cumbre de la historieta que es el guión de Alan Moore y el dibujo -casi siempre olvidado- de Dave Gibbons. El conocimiento previo de la obra original -a veces densa, a veces enigmática, siempre sugerente- aporta un obligado sesgo a la valoración de esta adaptación al cine como obra autónoma en sí misma; aunque quizás ese sea su gran problema, que no se pueda entender todo aquello que es (y lo que no es) sin llevar adosada la experiencia previa de su lectura en papel.

El compromiso que supone adaptar semejante hito se presume tan arduo, el riesgo a concluir en chapuza es de tal magnitud, que el resultado obtenido por Zack Snyder no puede definirse más que como una prueba superada con nota muy alta. La caracterización de los diversos personajes y la traslación a la pantalla de los decorados, ambientes y diversos climas procedentes del comic es difícil de imaginar realizados con mayor eficacia. Personajes como El Comediante, Espectro de Seda o el Doctor Manhattan son, tanto en el comic como en la película, los que con más empaque están definidos. Snyder introduce la novedad de que otros personajes (como Búho Nocturno, Ozymandias o el propio Rorschach) ganen también en personalidad. En definitiva, el saldo siempre es positivo.

Snyder -consciente de la dificultad y complejidad que entraña su tarea- opta por eludir la historieta de piratas paralela (“Tales of the Black Freighter”) que Moore y Gibbons insertan enigmáticamente –a trompicones- a lo largo de la trama principal; historieta que parece será incluida como extra en las esperadísimas ediciones en dvd de la película. La complejidad y falta de linealidad narrativa del comic son algunas de las características a las que éste somete su interés; el medio lo permite. En cambio, el cine –al menos en su consumo original en salas- no da la opción de retroceder en sus fotogramas a gusto del espectador, recuperando así ideas o imágenes pasadas por alto o no lo suficientemente asimiladas; para paliar esto hay un trabajo en cuanto a estructura de guión que me parece espectacular. Las limitaciones del propio medio cinematográfico y el estándar comercial de cualquier megaproducción justifican la decisión de Snyder de relajar el nivel de exigencia requerido al espectador, que -a su vez- se traduce en que esta adaptación fílmica no se revele como el discurso trascendente y pretencioso –dicho en el mejor sentido del término- que tiene su versión en papel. Diversos detalles -novedosos respecto al comic- introducen una dimensión generacional que parece más un producto de la experiencia degustativa y emocionada respecto al pasado propio del lector del comic que algo que ya estuviera vigente en toda su amplitud en la obra gráfica. Aportación propia del nuevo medio es una elección de la banda sonora que da ese soporte, hasta el momento invisible, que necesitaba la traslación adecuada del papel a la pantalla; sobresaliente.

De todo esto pueden surgir dos posibles apreciaciones del respetable. En el caso del conocedor del comic, a la película se le podrá atribuir un perfil más bajo que a la obra original. De ahí a dejar un sabor agridulce existe poco trecho; no obstante, estoy convencido de que posteriores revisiones solucionarán ese problema (una herencia de la historieta que le precede). Para el caso del neófito (experiencia anhelada pero que por desgracia ya nunca será posible en mi caso) se apreciará una película de superhéroes muy curiosa, extraña, con apariencia renovadora y más “adulta” -perverso adjetivo- que la media; y ,seguro, que con cierta querencia hacia una moderada incomprensión.

Juan Andrés Pedrero Santos

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