jueves, 30 de diciembre de 2010

"EL JOVENCITO FRANKENSTEIN" (1974)


Mel Brooks tenía nueve y trece años, respectivamente, cuando se estrenaron “La novia de Frankenstein” (Bride of Frankenstein, 1935) y “La sombra de Frankenstein” (Son of Frankenstein, 1939). Es muy probable que las viera entonces y la huella de esos visionados con seguridad quedara bien impresa en su particular baúl de los recuerdos, entrando también a formar parte de su formación cinéfila –su discutible filmografía al menos no deja lugar a dudas sobre ese aspecto de su personalidad–. Posiblemente lo mismo le sucedió a Gene Wilder, algo más joven que Brooks, pero a quien según parece se debe la idea original de la película.

Antes de comenzar su carrera como director de exitosas comedias, Mel Brooks ya había atesorado experiencia como guionista en series de televisión adscritas a ese mismo género. Entre otros, ahí queda su trabajo en una serie muy conocida en nuestro país como “El superagente 86” (Get Smart) que tuvo sus primeras temporadas entre los años 1965 y 1970, para retomarse de forma más breve en 1995. La experiencia con éxito en esa y otras muchas series cómicas desconocidas en España le permitieron probar suerte en la dirección con “Los productores” (The Producers, 1968), trabajo por el que fue premiado con el Oscar al mejor guión original en 1969 y que posteriormente el propio Brooks adaptaría al teatro musical, estrenando en Broadway en 2001 y ganando doce premios Tony (el “Oscar” del teatro). “El jovencito Frankenstein” también tuvo su versión musical en Broadway, estrenándose en 2007 y estando en cartel algo más de un año. Aunque su concepto de la comedia pueda no ser bien valorado por algunos, entre los que me encuentro, no hay que quitarle mérito al éxito y prestigio que sus trabajos le han reportado entre el gran público.

El campo de actuación de Brooks es la parodia, de ahí que sea ineludible la referencia obvia a lo parodiado, en este caso en forma de homenaje sincero y cariñoso. Su humor bascula entre la existencia de auténticos momentos de brillantez y el chascarrillo más zafio. Es precisamente esa descompensación en el tono lo que puede hacer que el espectador o bien se mantenga en el bando de sus seguidores o bien opte por formar parte del también nutrido grupo de recelosos de su trabajo –más que detractores–, todo según los gustos de cada cual y el nivel de aversión a sus payasadas. De forma beneficiosa para él, eso abre un amplio abanico para el público, donde –de una u otra manera– casi cualquier espectador tiene su lugar.

En “El jovencito Frankenstein”, su cuarta película como director, centra la parodia en el cine de terror de la Universal de los años treinta, concretamente en el ciclo dedicado al monstruo de Frankenstein, y en particular, en lo que respecta a las tres primeras películas del mismo: “El doctor Frankenstein” (Frankenstein, 1931), “La novia de Frankenstein” (Bride of Frankenstein, 1935), ambas dirigidas por James Whale, y “La sombra de Frankenstein” (Son of Frankenstein, 1939), de Rowland W. Lee, de las que caricaturiza diversas escenas con mayor o menor gracia.

Esta comedia recrea una historia similar a la clásica que Boris Karloff interpretó para la Universal, sólo que utilizando la excusa de estar ahora protagonizada por descendientes directos de aquellos personajes. Frederick Frankenstein (Gene Wilder), nieto del famoso Victor Frankenstein, enseña medicina en la universidad. Allí recibe la visita de un abogado que le comunica que ha sido encontrada la herencia que le dejó su abuelo. Para tomar posesión de la misma, Frederick viaja a Transilvania (referencia tradicionalmente vampírica que aquí ve variado el objeto de evocación). Allí le recibe el jorobado Igor (Marty Feldman), descendiente también del ayudante del finado Victor. Frederick, pese a la antipatía que siente hacia los hechos llevados a cabo por su antepasado (incluso llega a introducir ciertos cambios en su apellido con el fin de no hacerlo reconocible) y una vez llega al castillo de quien fue su abuelo, comienza a sentir un impulso irresistible de continuar con los experimentos que aquel había emprendido. Esto le llevará a revivir las mismas situaciones por las que pasó su ascendiente en los clásicos de la Universal.

Aunque la mayoría de los críticos y comentaristas hacen referencia a la evocación directa y bien visible que “El jovencito Frankenstein” hace de las tres películas de la Universal ya citadas y que protagonizó Karloff en el papel de “la criatura”, hay diversos aspectos que también sirven de homenaje a otras cintas; en este caso las de la productora británica Hammer; esta vez, sobre todo, centrándose en el personaje de Drácula que encarnó Christopher Lee, como referencia quizá más escondida. El plano del castillo alzándose en lo alto de una colina, en el que se sobreimpresionan los títulos de crédito iniciales, es mucho más similar al habitual plano de apertura de tantos clásicos de la Hammer que lo que pueda serlo respecto a lo visto en las más antiguas películas de la Universal. Por otro lado, acto seguido, el travelling circular que la cámara hace en torno al féretro de Victor Frankenstein, en la secuencia de inicio, deja ver los símbolos en forma de águila que decoran el ataúd, figuras muy similares a las vistas en la entrada del castillo del vampiro en “Drácula” (Dracula, 1958) de Terence Fisher. Una vez terminado ese travelling, la cámara se detiene y se abre el ataúd; de nuevo típica escena del cine de vampiros. Ni que decir tiene que la constante muestra de encantos a la que parece tan proclive el personaje de Inga (Teri Garr) recuerda sobremanera a las jugosas starletes de generoso escote que tanto gustaban a la Hammer.

Obviando lo anterior, el resto es un recital absoluto de evocaciones al cine de terror de la Universal consagrado al monstruo de Frankenstein. A partir de una fotografía en blanco y negro que ya intenta imitar la estética de aquellas películas, se busca la parodia cómplice de manera recurrente. Ahí tenemos el acecho y robo del cadáver del ahorcado que dará lugar al monstruo; la recreación del nacimiento de éste, un Peter Boyle de aspecto algo alejado del maquillaje de Boris Karloff que se utilizó en las distintas películas de la Universal, quizás por un problema de derechos –recordemos que ésta es una película Twentieth Century-Fox, no Universal–; la escena de la niña de las flores (aquí “al borde” de un pozo, lugar menos bucólico que el lago original); la escena en que el monstruo conoce a un viejo y ciego ermitaño que le da cobijo; o el peinado de la que finalmente terminará siendo novia del monstruo. En este punto, en referencia a la escena con el viejo ermitaño (un irreconocible Gene Hackman) y teniendo en cuenta el humor que se puede esperar de la pareja Brooks/Wilder, sorprende la alusión tan liviana a la homosexualidad que en cambio quedaba tan patente, aunque más sutil, en la escena original parodiada; aquella de “La novia de Frankenstein” a manos de James Whale, y que en manos de Brooks bien pudiera haber hecho esperar una alusión algo más grosera. Actitud que no es esquivada en el caso de las constantes alusiones al tamaño del miembro viril del monstruo y al musical efecto que éste (el miembro) produce en su partenaire.

Hay que destacar la utilización ya mentada de la fotografía en blanco y negro –opción arriesgada comercialmente para una producción destinada al gran público–, que se muestra como un elemento mágico y distanciador en algunas escenas (como por ejemplo la de la clase en la universidad) y que ayuda a crear la ilusión de que efectivamente estamos asistiendo a una rebelión del celuloide que da sustento físico a la película, una rebelión que surge desde el mismo interior de una historia propia de aquellas cintas clásicas y que desde una imaginaria autoconciencia se niega a discurrir por los cauces prefijados por la tradición, a transgredirla. El mismo sentido mágico tiene la elipsis conseguida con el encadenamiento de la escena en que Frederick Frankenstein viaja en tren hasta Nueva York, a la que sigue otra similar, esta vez en el tren que le lleva a Transilvania. Ambas escenas tienen en común la misma planificación y los mismos actores, sólo que interpretando distintos personajes, estos últimos trasuntos de aquellos primeros, pero en un marco bien distinto –idioma y decoración del vagón incluidos– y que evoca un viaje hacia atrás en el tiempo, desde la moderna urbe hasta el arcaico villorrio centroeuropeo, con sus leyendas y sus supersticiones.

Brooks trata aquí de homenajear tanto a esas películas como a los dos iconos culturales que de ellas surgieron: la imagen del monstruo según Karloff (éste sólo de alguna manera, no literal) y la de “la novia” según Elsa Lanchester. Sin embargo, consigue hacer su propia aportación a la plantilla de iconos populares del siglo XX gracias a la interpretación de Marty Feldman como Igor, el contrahecho asistente del doctor. La intención de recrear de forma minuciosa la atmósfera de las películas que parodia queda patente cuando sabemos (aparece en los créditos) que utilizó el equipamiento original del laboratorio del doctor Frankenstein que ya vimos en las películas originales, cedido por su autor, Kenneth Strickfaden, que aún lo mantenía en su poder.

Sin ser una gran comedia –aunque también tiene defensores respecto a su supuesta excelencia–, Brooks y Wilder (éste pletórico en su interpretación) encandilan por la sinceridad y el cariño desde el que enfocan la parodia, por las constantes referencias cinéfilas y por alguna escena auténticamente genial, como el número musical que se montan el monstruo y Frederick Frankenstein para presentarse en sociedad. En dicho numerito (desternillante, por cierto) se canta la canción “Puttin´ on the Ritz”, que aparece (no por primera vez) en la película “Cielo azul” (Blue Skies, 1946), dirigida por Stuart Heisler y protagonizada por Fred Astaire y Bing Crosby. El número de baile que Gene Wilder y Peter Boyle representan en “El jovencito Frankenstein” está inspirado en el que Fred Astaire interpreta en dicho musical mientras canta la misma canción.

Mel Brooks volvería a parodiar el género años después; esta vez de manera bochornosa y execrable con “Drácula, un muerto muy contento y feliz” (Dracula: Dead and Loving it, 1995), donde aprovecha el éxito de Francis Ford Coppola con su “Drácula, de Bram Stoker” (Bram Stoker´s Dracula, 1992) para referenciarla sin ton ni son. Un subproducto disfrazado de otra cosa, que no tiene maldita la gracia y que sirve muy bien como medida del más que cuestionable talento de su autor.

Juan Andrés Pedrero Santos

Publicado originalmente en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE, en su nº 21, correspondiente al mes de diciembre de 2009 y dentro de la sección "La máquina del tiempo".



lunes, 27 de diciembre de 2010

"THE WARD", lo último de John Carpenter


Tras ver “The Ward” y después de esperar casi una década para contemplar una nueva película de John Carpenter –“Fantasmas de Marte de John Carpenter” (John Carpenter´s Ghosts of Mars, 2001) fue la última aportación a su filmografía si obviamos las dos entregas televisivas integradas en las dos temporadas de la serie “Masters of Horror”– la primera sensación que le embarga a uno puede definirse como la tristeza de una inesperada decepción; más cuando personalmente soy incluso defensor de las virtudes de su ya citada anterior película, la que a no pocos sirvió para comenzar a perder las esperanzas en una evolución futura positiva de la carrera del director; no es mi caso. Dicha sensación de decepción, aunque posteriormente remite en buena parte, no obstante, no acaba de desaparecer del todo.

Carpenter siempre fue una cineasta directo, cuyo cine era básicamente aquello que se veía a primera vista, por mucho que fuera lo que también hubiera detrás; trasfondo que únicamente servía para dar más densidad y empaque a la aparente sencillez y superficialidad de su contundencia. Esto no sucede aquí. Bajo una factura formal sin tacha, más cercana a los productos plásticamente más estandarizados de su filmografía –“La cosa” (1982), “Starman” (1984), “Village of the Damned: el pueblo de los malditos” (1995),…– que a aquellos que devinieron en más personales y estilizados, de nuevo plásticamente hablando –“1997: rescate en Nueva York” (1981), “Vampiros, de John Carpenter” (1998), “Fantasmas de Marte de John Carpenter” (2001),…– y todo con independencia de los resultados globales de unos y de otros, Carpenter se entrega aquí a un juego argumental cuya explicación racional aclarará finalmente y disolverá después algunos de los aparentes defectos, incongruencias e incredulidades que genera su visión en primer término: ese manicomio lleno de chicas jóvenes y guapas siempre perfectamente vestidas y maquilladas; el supuesto fantasma que pulula por los pasillos con nocturnidad y que se presta a ser una propuesta manida y obvia que nos negamos a asimilar; la facilidad con la que el personaje protagonista (Kristen) consigue eludir los cerrojos de su celda/habitación y la vigilancia de los celadores intentando escapar,… ; todo muy en la línea del último Scorsese, “Shutter Island” (2010), con lo que se imaginarán ustedes que hasta aquí puedo leer.

El problema es que el viaje hasta alcanzar ese sentido que adquiere todo –última estación que no es un prodigio de originalidad a estas alturas– no mantiene el interés lo suficiente como para que lleguemos hasta él capturados por la historia. Por ello, cada minuto que pasa desde que se inicia la proyección hasta que todo comienza a ser explicado no satisface aquello que esperamos de quien nos ha dado tantas horas de buen cine. Así, lo que es su mayor virtud, al dar sentido en última instancia a una historia que no nos estábamos creyendo, es a su vez su peor defecto, pues elude esa contundencia de la que habitualmente rebosan las historias de Carpenter. Un truco de magia no es interesante por su resolución sino por la forma en que el mago es capaz de engatusarnos para hacernos creer que aquello que estamos viendo es real, o al menos lo parece. Hay por ello un exceso de sutilidad –no voy a llamarle desidia– que se desvanece en su ligereza, que no consigue crear la complicidad y la inercia necesarias a la hora de dejarnos llevar por la historia. Falta chispa, el discurso es perezoso y conformista, preocupado por la virtud de la apariencia pero indolente ante la falta de inteligencia y compromiso de la estructura de su guión y del marco conceptual de su argumento.

Es censurable igualmente (recordemos, estamos hablando de John Carpenter) la dependencia que se instaura respecto al susto fácil, a veces cantado (ese final…), como único y menesteroso recurso genérico. Algo impropio de un maestro de la narración y de las claves del cine de terror, que aquí, de alguna manera, como mínimo, peca de falta de eficacia y desgana, y, como máximo, se entrega al adocenamiento que genera la invisibilidad de aquellos elementos que hicieron de su cine un ejemplo de personalidad. Por otro lado, la temática tan oscura, triste y desagradable desvelada en su final viene cargada de un potencial siniestro que se pierde sin intento alguno de sacarle mayor partido; no se aprovecha en absoluto para aportar algo de atmósfera o unas necesarias briznas de sugerencia durante la trama, que al menos –considerada como una segunda opción– podría haber tenido la oportunidad de ser desarrollada con más detalle con posterioridad a toda la justificación argumental, ésta quizás precipitada en su exposición casi telegráfica, quedando esas ideas como cromos despegados en un álbum aun con muchas casillas vacías que rellenar.

Bien es cierto que los no defensores de “Fantasmas de Marte de John Carpenter” (2001) tenían motivos con los que avalar su disgusto/discurso; entre ellos –seguro que el más determinante– la escasa profundidad de la historia, con algunos de sus elementos representados tan solo por un grueso brochazo, así como una suerte de despreocupación o desinterés a la hora de insuflar de mayor empaque a un argumento que parecía tan solo hilvanado; cosa que en aquel caso hacía buenas migas con su aspecto formal, definitivamente pulp. Esto no sucede en “The Ward, donde esa aparente sujeción con pespuntes de los elementos integradores del guión desentonan con la factura realista, estándar y despersonalizada, carente de estilización aunque siempre correcta, que Carpenter nos regala en esta ocasión. Atributos estos –ligereza e impersonalidad– que, unidos sin más aditamento, sólo consiguen derivar en una película muy floja.

Juan Andrés Pedrero Santos

Publicado originalmente en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE Nº 32 (Noviembre 2010)

viernes, 17 de diciembre de 2010

LE VIOL DU VAMPIRE (1967), de Jean Rollin


Ha muerto Jean Rollin. Hace un tiempo publiqué una reseña sobre una de sus películas en la web Pasadizo.com. Aquí la reproduzco. Cuando se quiere homenajear a alguien se suelen decir cosas bonitas, pero ¿es Jean Rollin alguien que merezca un sentido homenaje? Creo que no. No obstante, descanse en paz.

Primer largometraje del francés Jean Rollin, quien será siempre recordado por mezclar de forma recurrente el erotismo más explícito con el tema del vampirismo, todo enmarcado en una estética a medio camino entre lo kitsch y el sadomaso. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, este recuerdo dudo mucho que sea agradable si el espectador no fue testigo directo de la novedad que aportara su erotismo en los días de su estreno. Hoy, superadas las carencias a las que se sometía a la libido entonces, la opinión que se pueda tener de esta película no puede ser muy afortunada, pues sus rotundos defectos anulan cualquier otra consideración.

El cine, como un tipo de lenguaje muy concreto que es, tiene su propia ortografía, su forma correcta de hacer ciertas cosas, ya no por ser éstas generalmente aceptadas como tales, circunstancia que siempre debe ponerse en entredicho, sino porque la fuerza de la estética se impone por sí sola ante cualquier intento de contradecirla, por muy subversivos, revolucionarios, novedosos o sencillamente torpes que pretendan ser dichos intentos. Pues bien, aquí Rollin da todo un recital de analfabetismo funcional y mal gusto en cuanto a lo que a esa ortografía cinematográfica respecta. Obviando la falta absoluta de sustancia del relato, la inexistencia de personajes que puedan denominarse como tales y el aburrimiento tan desasosegante al que nos vemos sometidos, asistimos a la debacle que provocan la interminable sucesión de encuadres chapuceros hasta límites increíbles, un montaje que no merece tal nombre y continuas y desconcertantes roturas de eje.

Rollin intenta llevar al cine lo que bien podría haber sido una obra de teatrillo universitario de ínfulas rupturistas con derivas hacía el surrealismo muy propias de los turbulentos tiempos que vivía la cultura francesa de aquellos años sesenta, siempre siendo esto utilizado como excusa para la exhibición de señoritas ligeras de ropa; única razón a la que se le puede atribuir el relativo éxito comercial en los días de su estreno parisino. Sólo una cosa, sólo una, aporta algo de leve deleite a la visión de este engendro, y es cierta estética decadente que emana de los exteriores del castillo y del bosque donde se encuentra éste, diurnos todos ellos además, para contradecir la tópica codificación vampírica sin ni siquiera intentar el uso del fácil recurso a la noche americana; nada más.

Una cosa sí llama poderosamente la atención, y es que pese a ser una película realizada justo un año antes del estreno de La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968, George A. Romero), los primeros planos que nos ofrece Rollin recuerdan muchísimo a los minutos iniciales de la película de Romero, cosa que dada la cronología temporal de ambas no puede ser más que el fruto de una curiosa casualidad. En esta misma línea está cierto personaje al que vemos cruzar un rio y que bien podría haber sido uno de aquellos primeros muertos vivientes antropófagos que ya estaban a punto de llegar a las salas. Para redondear si cabe aun más su encanto, su visión nos hará recordar también ciertos bodrios a los que nuestro compatriota Jesús Franco nos tenía acostumbrados.

Juan Andrés Pedrero Santos


lunes, 13 de diciembre de 2010

DUBLINÉS, de Alfonso Zapico.

 ¿Será éste uno de los mejores comics del 2011? Papeletas tiene todas...,veremos. Después de "La guerra del profesor Bertenev" y "Café Budapest", yo, al menos, lo espero todo de Alfonso.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Página original de Richard Corben: Hellboy Makoma

Hace ya tiempo compré un sueño ansiado desde hace décadas (a veces los sueños se pueden comprar): tener un dibujo original firmado por Richard Corben. Aquí la tenéis.

martes, 30 de noviembre de 2010

"SCIFIWORLD MAGAZINE" 33 (DICIEMBRE 2010)

Ya está a punto de aparecer en los kioskos (concretamente la semana que viene) el nuevo número de la revista SCIFIWORLD MAGAZINE, ya en su número 33, muy cerca de los tres añitos y correspondiente al mes de diciembre de 2010. Para no seguir la corriente de las fiestas navideñas y ser un poquitos subversivos (y tocapelotas, si se quiere, también), la revista dedica su número a un monográfico sobre el demonio en el cine. Mi aportación de este mes se centra, como siempre, en la sección "La máquina del tiempo", que en esta ocasión versa sobre una película Hammer dirigida por Terence Fisher, "The Devil Rides Out" (1968).

lunes, 29 de noviembre de 2010

UN SALUDO PAUL...


Hoy 30 de noviembre de 2010, sobre las 23.30 horas, hará ya un año que falleció Jacinto Molina Álvarez, Paul Naschy. Yo le recuerdo con el orgullo de haberle llegado a conocer, someramente, pero lo suficiente como para que su presencia ya forme parte de mí el resto de mi vida. No puedo decir que desde aquí le mando un saludo, pues tengo claro que no me va a escuchar. Por desgracia estoy convencido de que ya sólo existirá en el recuerdo, y ese es el único lugar donde permanecerá siempre, que no es poco. El recuerdo es el único lugar sin fecha de caducidad, pues cuando termine el mio (el día que termine yo), otros seguirán manteniendo la llama encendida; otros, de una u otra manera, reavivarán ese recuerdo dentro de sí mismos, y eso hará que Paul Naschy continúe siendo inmortal. Me gustaría poder decir otra cosa, pero se que no hay nada más que decir (otros creerán de forma diferente,..., si les sirve de algo, allá ellos). Gracias Paul por todo. Al menos yo puedo decir que mi nombre ya estará siempre unido al tuyo en las bibliografías, gracias al prólogo que tuviste el detalle de concederme para mi libro "Johnny Weissmuller. Biografía". Sirvan estas líneas como sentido homenaje a un hombre que a todas luces merece eso y más. Hasta siempre Jacinto.

sábado, 13 de noviembre de 2010

"MIEDOS"

El cine fantástico de Joe Dante, con la excepción de dos de sus primeras obras dentro del género –“Piraña” (Piranha, 1978) y “Aullidos” (The Howling, 1981); estupendas ambas, pero que el tiempo parece haber definido como las menos personales de su autor– siempre ha estado dotado de un cierto cariz infantil; ahí están como muestra “Gremlins” (Gremlins, 1984), “Exploradores” (Explorers, 1985) o “Pequeños guerreros” (Small Soldiers, 1998) por citar los ejemplos más conocidos, que no únicos. No obstante, decir infantil no las lleva directamente a estar dirigidas a los menores de edad, sino a esos niños grandes que todavía quedan por el mundo; adultos que se niegan a asimilar el paso de los años y la consiguiente pérdida de la ilusión por la magia y la fantasía como mayor lastre. Así, la presencia de niños en las películas de Dante no es más que la necesaria permutación del representado por el representante: el adulto por el niño; alcanzando esa relación un plano eminentemente simbólico.

Dicho esto, quizá sea “Miedos” (The Hole, 2009) la película que mejor encarna lo que toda la filmografía de Dante ha tratado de dejar traslucir sobre su personalidad artística. A pesar de la presencia protagónica de niños y adolescentes, y el inevitable humor –siempre presente en su filmografía–, “Miedos” es una auténtica película de terror. Y es un terror muy apegado a la realidad aunque sin dejar de lado su procedencia fantástica. Lo más valorable de “Miedos” es la claridad de su objeto, su simplicidad, la asunción plenamente consciente de lo que pretende ser y de lo que consigue ser –conceptos que esta vez coinciden–, no aspirando a ser más que eso; al igual que el clasicismo formal con el que desarrolla su enfoque. El agujero que los hermanos Thompson encuentran en el sótano de su nueva casa –una nueva mudanza huyendo de un padre presidiario que los maltrató en el pasado– es la materialización del origen de todos esos temores que un niño desarrolla desde su nacimiento; irracional y fantástico si se trata de un miedo hacia los payasos como el del pequeño Lucas o, por desgracia, muy racional y real si se asemeja al que siente el adolescente Dane hacia las palizas de su padre. En uno u otro caso, se trata de miedos que derivan en pesadillas, en malos sueños; la forma más barata, primaria e incontrolable de recurrir a la fantasía, a la que de ninguna manera, por mucho que insistamos y así lo deseemos, podremos renunciar.

El agujero funciona así como un crisol, un lugar de intercambio de miedos ajenos, una puerta de entrada del mal hacia el mundo terrenal, la conexión entre el terror que habita en el subconsciente y la vida real; pura abstracción. El paralelismo entre el carácter físico de la siniestra cavidad sin fondo y los traumas emocionales de los protagonistas –por lo tanto etéreos e inaprensibles– funciona como bisagra entre la realidad y la fantasía, negándose esta última a abandonar la vida de los anfitriones que le sirven de guarida. En cierto modo, la voluntad de los hermanos Thompson, y de su vecina y amiga Julie, de enfrentarse a aquello que habita en el agujero significa el decidido paso iniciático de enfrentarse a los miedos de la niñez. Un enfrentamiento que, sin embargo, no supone hacer a esos miedos desaparecer, sino asumirlos y aprender a vivir con ellos, a controlarlos y a no dejar que ellos nos controlen a nosotros. No renuncia Dante a algo que ya se ha convertido en convención, pero que no por ello ha perdido toda su eficacia y representatividad (véase toda la escena que narra la vivencia de Dane tras caer al pozo para buscar a su hermano pequeño): la idealización de esa otra dimensión que supone el mundo de las pesadillas en un entorno expresionista; de muebles, paredes, ventanas y puertas deformados, plagado de perspectivas imposibles y agresivos ángulos; tan válido para servir de fondo a las aventuras de “Alicia en el país de las maravillas” como a los dominios en los que se mueve el siniestro doctor Caligari.

Dante nos traslada todo esto mediante una historia en apariencia esquemática, pero también muy universal; con una narrativa muy clásica, como corresponde a una idea –la que quiere transmitir– tan primitiva como el eterno miedo a la oscuridad, a aquello que se esconde en su fondo, y en el cual cada uno de nosotros tenemos escondidos nuestros monstruos particulares.

Necesario es subrayar lo apropiado, en este caso, del uso de las tres dimensiones; muy coherente con las imágenes oníricas que pueblan la cinta, a las que potencia, sin abusar de efectos de relleno que intenten justificar el recurso a esta cada vez más generalizada y gratuita (y no hablo del precio de la entrada) innovación técnica.

Juan Andrés Pedrero Santos

(Publicado originalmente en la revista SCIFIWORLD MAGAZINE, en su número 30 de septiembre de 2010)

martes, 2 de noviembre de 2010

"SCIFIWORLD MAGAZINE" Nº 32

En unos días estará a la venta el número de noviembre de 2010 de la revista de mis entretelas. Ya falta poco para los tres añitos dando guerra. En este número se incluyen mi crítica sobre la decepcionante última película de John Carpenter, "The Ward".

"La máquina del tiempo" la dedico a una de las películas más admiradas de todo el "fantaterror" español de los años setenta: "Pánico en en Transiberiano", dirigida por Eugenio Martín, que justamente fue homenajeado y premiado en el último festival de Sitges.Un período el del "fantaterror" que "no destacó especialmente por su calidad, sino por la cantidad de películas de bajo presupuesto dedicadas al género, producidas en nuestro suelo –las más de las veces en régimen de coproducción– y con una envidiable y nunca más repetida repercusión internacional. Es por ello que “Pánico en el Transiberiano” destaca sobre el resto de la producción de aquellos años, pues sus diferencias con lo más granado de aquel cine español son manifiestas y significativas. Esas diferencias las podemos resumir en una sola palabra: calidad."

Aviso para navegantes: se me ha autorizado contar que el número de diciembre será "DEMONIACO"¡¡¡¡ Hasta ahí puedo leer, je je.

sábado, 30 de octubre de 2010

"LOS OJOS DE JULIA"


El gancho comercial que ostenta la cartelería de "Los ojos de Julia" no engaña a nadie: "…de los productores de "El orfanato"", dice. Y, efectivamente, esa es la mejor forma de describir esta película. Utilizando más si cabe que aquella el protagonismo absoluto y ubicuo de Belén Rueda –eficaz y poderosa, en muchos sentidos–, hace recaer sobre los hombros de la actriz madrileña toda la responsabilidad en el plano interpretativo, no obstante, acompañada de unos muy interesantes característicos en la línea de la mejor escuela, todos con un papel más o menos siniestro con el que lucirse. Una Belén Rueda en vías de convertirse en toda una heroína del cine de acción, más que a punto como candidata para ser abducida por el cine americano más comercial y palomitero; virtudes le sobran para eso y para más.

Si "El orfanato" era un pastiche de mucho cine de género, ampliamente reconocibles sus referencias por el buen aficionado, hábilmente prefabricado para sorprender al neófito, utilizando todos los recursos narrativos que el género lleva haciendo suyos durante décadas, este caso es más de lo mismo. No obstante, se rebaja el listón, cuantitativamente hablando, respecto a las fuentes de las que se bebe; aquí mucho más limitadas, por lo que se consigue una película más homogénea y equilibrada, aunque también mucho más tramposa, esto por otros motivos. Se sitúa así "Los ojos de Julia" en los márgenes de un cine que decididamente apuesta por ser –antes que nada– comercial y futuro megahit de allí por donde pase; objetivo tan lícito como el que más, pero atesorando por ello una servidumbre respecto a la idea de la concesión por la concesión que le aleja inexorablemente del camino de la originalidad y de la auténtica creación; lo que le lleva incluso a sacrificar la coherencia interna en favor de una premeditada estrategia de choque.

Sin embargo, esto no debe ser tomado como un defecto, más bien como una virtud; especialmente si se muestra como la consecuencia directa de una elección plenamente consciente, asumida como punto de partida irrenunciable y por ello honesta como ninguna; a nadie trata de engañar, simplemente se escoge con gusto y por derecho uno de los varios caminos posibles. A diferencia de ese cine que parece hecho únicamente para contentar a su propio autor, "Los ojos de Julia" representa la opción de hacer un cine enfocado hacia el público, con la vista puesta exclusivamente en él, al que se debe y con el que trata de conectar a cualquier precio; obviando de todo punto esa otra posibilidad que existía: la de mirarse el ombligo. Es ahí donde surge una de las mayores referencias en cuanto a lo que la película de Guillem Morales significa como concepto: el cine de Hitchcock, un estilo –vamos a llamarlo así– que sobrevuela el visionado en todo momento.

Con un diseño de producción minuciosamente estudiado, medido al milímetro hasta el último detalle, tanto desde el punto de vista estético como argumental, se consigue un thriller terrorífico contundente, agradable y de una factura irreprochable; y de ahí su atmósfera tan personal y uniforme, tal vez un tanto plastificada. Su carácter como vehículo juguetón con el espectador es, quizás, la mejor de sus armas; con ella consigue entablar un diálogo directo con un público que en todo momento es consciente de ser él a quien se le está contando la historia y hacia quien se está dirigiendo todo lo que ve en pantalla. Esto hace que el espectador participe de la complicidad que se le ofrece, y por ello, de alguna manera, forme parte de la película. Tenemos así, ante nosotros, una especie muy particular de cine en 3D, esta vez no visual sino psicológico, si se me permite calificarlo así. Esa cuarta pared que virtualmente tiene el cine, donde película y público se sitúan a diferentes lados de la pantalla blanca, y que en sí misma supone un motivo de obligado distanciamiento, aquí desaparece. El espectador deja de ser un voyeur para convertirse en un partícipe activo; pues en todo momento se siente tenido en cuenta, reconociendo que quien está detrás de las imágenes siempre está pendiente de él, siendo la interrelación ininterrumpida; esto, dicho así, se me antoja mucho más trascendente en su importancia, en el cumplimento de sus objetivos, de lo que parece a primera vista.

De algún modo, por mucha que sea la parentela conceptual que tiene con El orfanato –relación inevitable que el producto reconoce y asume, como ya he dicho–, sus resultados globales, en todos los ámbitos, superan los de aquella, más dispersa, dejando a un lado el sentir melodramático que predominaba allí a cambio de una mayor ligereza de ánimo, que, en este caso, consigue divertir mucho más al respetable.

Juan Andrés Pedrero Santos (originalmene publicado en PASADIZO.COM)


miércoles, 27 de octubre de 2010

!!MANUEL CALDAS ATACA DE NUEVO¡¡

Nota de prensa de Manuel Caldas (el castellano tan raro es suyo, pero se lo perdonamos, je je). Una nueva oportunidad de disfrutar de clásicos maravillosos de la historieta, y a buen precio.
"A la especie casi extinta de los que aún compran libros de papel y al
número aún más reducido de aquellos a quienes les gusta el cómic,
Manuel Caldas comunica con gran placer que está ya imprimida y acabada
su última edición:
"Dot & Dash", de Cliff Sterrett.
Creada en 1926-1928 para los periódicos americanos, se trata de la
obra maestra absoluta del celebrado autor de "Polly and Her Pals".
Esta edición la presenta en su integralidad, completamente restaurada
y con su deslumbrante color original. Aún que menos conocido por el
público en general, Cliff Sterrett fue un genio al nivel de George
Herriman y Winsor McCay.
El tiene el tamaño de 30 x 21,3 cm, 64 páginas en color y el precio de
16,50 Euros. Aparecerá en librerías el 5 de noviembre, pero si se lo
pide directamente al editor (no pagando gastos de envío, claro),
recibirá un poster de tirada limitada reproduciendo una enorme página
de periódico de 1928 con "Dot & Dash" y "Polly and Her Pals".

Si está interesado en la edición y en contribuir para la
sobrevivencia de un editor que sigue sin rendirse (y que, incluso,
continúa intentando seguir con "Príncipe Valiente"), haga pronto su
pedido (todavía, se enviará solo el 5 de noviembre), de uno o más
ejemplares (para regalarlo).

Pagamiento por giro-postal, Paypal (usando este e-mail) o
transferencia bancaria (IBAN: PT50003506660003845690063, BIC/SWIFT:
CGDIPTPL; sí el banco le pide más dígitos, añada xxx). Además, puede
aprovechar para adquirir alguno de los otros libros del mismo editor,
los cuales se pueden ver aquí: www.manuelcaldas.com

También de recomienda este blog: www.lance-by-tufts.blogspot.com. En
el aparecerán muy breve las páginas ya restauradas del volumen 3 de
"Lance".

Atención: lamentablemente, el libro de "Dot & Dash" contiene un enorme
error en el titulo de la página 7; ¡una vergüenza!; Manuel Caldas ha
anunciado ya que si vuelve a hacer tamaño error en otra edición suya
dejará de publicar libros."

miércoles, 20 de octubre de 2010

HA MUERTO JOHNNY SHEFFIELD (BOY)

 Nacido el 11 de abril de 1931 y siendo "el hijo de Tarzán" por antonomasia, el pasado 15 de octubre de 2010 fallecía en San Diego (California) el actor Johnny Sheffield. Aunque era conocido por interpretar a Boy, el hijo de Tarzán, desde los 8 años de edad, antes de eso trabajó en Broadway y posteriormente tuvo incluso su propia serie "Bomba, the Jungle Boy". Estudió Administración de empresas y tras de dejar el mundo del cine se dedicó a los negocios.
Descanse en paz.

miércoles, 13 de octubre de 2010

JOHNNY HAZARD

Acabo de recibir una tira de prensa original de Johnny Hazard, de Frank Robbins.Otra cosilla más para mi colección. Aquí la teneis en altísima definición.

lunes, 27 de septiembre de 2010

"PROFANANDO EL SUEÑO DE LOS MUERTOS", de Ángel Sala

Nota de prensa de Scifiworld:

ÁNGEL SALA FIRMA UN COMPLETO VOLUMEN QUE REPASA, DE MANERA EXHAUSTIVA, LA HISTORIA DEL CINE FANTÁSTICO PATRIO.

Conservar el patrimonio cinematográfico nacional, más aún cuando se habla de fantástico, no es tarea sencilla.

Las inercias de público y crítica en torno a este género, la valoración negativa a priori de un film adscrito a terror, ciencia ficción o fantasía por estar rodado en nuestro país, se suma al gran desconocimiento que el común de los espectadores aqueja sobre nuestro erario cinematográfico más devoto a lo mágico, onírico o extraordinario.

En PROFANANDO EL SUEÑO DE LOS MUERTOS, Ángel Sala, crítico, escritor y director del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, invita al aficionado del fantástico a sumergirse en el pasado, presente y futuro de nuestra cinematografía nacional.

Con más de 600 fotografías y carteles y el recorrido más detallado y profuso en títulos, tanto de los remotos precursores del mundo como de los postreros y más relevantes cineastas españoles, realizado jamás sobre este género en nuestro país, PROFANANDO EL SUEÑO DE LOS MUERTOS ofrece una oportunidad única para rendir cuentas con el gran e injustamente olvidado de nuestro cine.

El volumen se presentará durante el próximo Festival de Sitges, en una fecha todavía por confirmar, tras la cual se procederá a una firma de ejemplares a cargo de su autor y de los componentes de la mesa.

PROFANANDO EL SUEÑO DE LOS MUERTOS es un título indispensable para los amantes del cine fantástico y un libro necesario que pone de manifiesto la indispensable labor que ha tenido el género en nuestro cine. Y como no podía ser de otra forma editado por Scifiworld, la casa del fantástico.

Características:

Tamaño 170 x 240 mm

352 páginas

Más de 600 fotografías y posters a todo color

Cubierta rústica con solapas.

Encuadernación cosida

Páginas interiores 150 grs. mate

PVP: 25 €

Fecha de venta en tiendas: 2ª quincena de octubre 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

ENTREVISTA CON JAVIER TRUJILLO

Próximo el homenaje que se tributará a Paul Naschy en el Festival de Sitges y la presentación de un documental sobre su figura, producido por SCIFIWORLD, WALDEMAR MEDIA Y LA CRUZADA ENTERTAINMENT, aprovecho para repescar una entrevista que le hice al ilustrador Javier Trujillo con motivo de las adaptaciones al comic (estupenda la segunda) de guiones de Paul, además de ilustrar la única novela escrita también por él. Fue publicada en un número de hace ya tiempo de la revista y creo que merece la pena traerla de nuevo a la actualidad.

Dentro del contexto de revalorización que parece estar viviendo en nuestro país la figura de la única verdadera gloria que ha dado nuestro cine fantástico, Jacinto Molina (Paul Naschy para los amigos) -con miles de admiradores en todo el mundo, a veces menospreciado en su propia tierra pero al que sin duda se le debe, como mínimo, el respeto más absoluto- hablamos con Javier Trujillo. Este madrileño, nacido en 1962 y de extensa formación técnica en el campo del dibujo, ha abordado la honorable tarea de adaptar al comic algunas de las películas protagonizadas por Paul Naschy; hasta el momento siempre en su faceta más conocida, la que da vida al único personaje de fama internacional que nuestro cine ha aportado a la ya larga lista de nuestros terrores favoritos: Waldemar Daninsky.

Como aficionado ¿Cuál es tu relación con el cine en general y con el género fantástico en particular?

-Obsesiva. Por ejemplo, a diario, no veo programas de TV, si puedo sólo veo películas, y si son de género, mejor.

Está claro que sientes una profunda admiración por el trabajo de Jacinto Molina/Paul Naschy, ¿desde cuándo y con qué alcance existe ese interés?

-Pues desde siempre, porque desde chaval me han atraído y he sentido admiración de forma inconsciente por Lugosi, Karloff o Corman, como por Naschy, aunque no los tuviera nítidamente personalizados. A medida que fui creciendo, se fueron identificando claramente con nombre y apellidos y despertando una admiración por el creador tras la máscara. Waldemar Daninsky / Paul Naschy, antes de esa identificación, ya formaba parte desde el principio de mi acervo cultural fantástico.

¿Qué percepción crees que tienen la mayoría de los cinéfilos del cine de Jacinto Molina/Paul Naschy?, ¿Hasta qué punto crees que está infravalorado por unos y sobrevalorado por otros?

- Eso es difícil saberlo… generalizar sería un error. Hay cinéfilos de mi generación que no lo aprecian en su justa medida, y por otro lado, me he encontrado gente joven que siente una profunda admiración por la obra de Naschy. Es curioso, siendo grupos de gente con implicaciones vitales muy anacrónicas. España es un mal país para ser creador y ser admirado dentro. Aquí tiene detractores, pero con igual intensidad grandes admiradores de la talla de Luís Alberto de Cuenca, que si algo tiene, es un alto nivel cultural. En todo caso, para despersonalizar el tema español, que aquí siempre mezclamos las emociones erróneamente, yo diría que sería bueno saber el porqué en países como USA, por citar uno que tiene una larga y fuerte trayectoria cultural cinematográfica, es muy admirado y valorado. Sería bueno saber porqué Tarantino, por ejemplo, ha expresado su admiración por Paul Naschy. Lo digo porque no creo que en USA se le admire por cuestiones emocionales, sino por su obra. Para ser justos, creo que en España poco a poco, los cinéfilos están empezando a reconocer los méritos que del maestro Naschy ya habíamos reconocido mucho antes sus fans.

En los Estados Unidos siempre ha sido muy habitual la adaptación al cómic de famosas películas, ¿por qué crees que tiene interés este tipo de trabajos?

-Porque en USA la cultura popular está muy arraigada, y tanto el comic como el cine lo son en igual consideración y medida. El trasvase de creadores del cine al comic y del comic al cine siempre ha existido. Ahora más, porque hay muchas más producciones y hay que alimentar a la bestia. Estoy pensando en Kevin Smith, Tarantino etc, cinéfilos comiqueros empedernidos.

¿En qué momento surge la idea de adaptar gráficamente algunas de las películas protagonizadas por Jacinto Molina/Paul Naschy? ¿Es idea tuya o te lo proponen?

-Es idea mía y se lo propongo al entorno de Naschy, que enseguida se muestra receptivo, como el propio Paul, que siempre me ha dado facilidades y me ha apoyado en todo.

Los guiones los escribe Jacinto Molina/Paul Naschy, ¿te da pie a participar en la redacción de los mismos de alguna manera?, ¿sus guiones incluyen indicaciones respecto al contenido y enfoque de las ilustraciones o se reducen simplemente al contenido literario de los textos?

-No, a ver, los guiones son los de las películas, que están escritos por Paul. Yo los versiono y adapto, porque el lenguaje del cine y de la narrativa ilustrada se parecen, pero no son iguales. Además, mi estilo es muy determinado, ni siquiera tengo un estilo ortodoxo o similar al de los cómics en general. Con ese planteamiento de trabajo, Paul supervisa el proceso cada semana. Si un escritor cede una obra para adaptarla al cine, como mucho ejercerá de asesor, pero no deberá decirle al director como habría de rodar, si quiere un buen resultado, y sobre todo si es un director con un marcado estilo propio, porque una novela no es una película. Por esta razón él me dio desde el principio libertad absoluta, siempre que no rebasara los cánones del mito de Waldemar, obviamente. Tengo que añadir que trabajar con Paul ha sido y es muy fluido.

Los colores cálidos son los que más podemos ver en las páginas de tus adaptaciones, ¿es algo intrínseco a estas versiones gráficas de películas de Naschy o se trata de una propensión habitual en el resto de tu obra como ilustrador?

- Es intrínseco a los matices de la iluminación y la ambientación de las obras de Paul. Tanto en "El retorno del hombre lobo", "La bestia y la espada mágica", y en otras también como "El huerto del francés", el ambiente es el de un tenebrismo clásico, muy ligado a la estética de la pintura española de Solana, e incluso de más atrás, al de los tenebristas. En ese orden de cosas, coincide con mis gustos estéticos. Los tonos cálidos emergen de la oscuridad, y eso sí es, aparte de todo lo dicho, propio en mí el acentuarlos.

En tus adaptaciones podemos encontrar una exaltación del elemento erótico muy por encima del que podemos ver en las películas. ¿A qué se debe esa variación respecto a la obra original?

- Hombre, depende, si eran las versiones para España sí, pero en muchos casos las versiones de fuera llevaban una fuerte carga erótica, ya que en el cine de Naschy, terror / sexo, muerte / amor siempre van unidos. En "Inquisición", por ejemplo, la carga erótica de la versión extranjera fue muy cercenada en la versión española. Ni comparación… cosas habituales en aquellos tiempos en España.

En cuanto al apartado gráfico e incluso en lo que respecta a la edición en sí misma, ¿existe alguna evolución premeditada o de la que seas consciente -en el caso de que haya fluido de forma natural- desde la primera de las adaptaciones hasta este primer volumen en el que adaptas “La bestia y la espada mágica”?, ¿Cuál es el motivo de que no hayas adaptado la película en un solo volumen?, ¿Para aprovechar el to be continued quizás?

-La evolución tiene que ver con mi asentamiento en un registro más interesante para mí. A mi me gusta un tipo de plasmación estética muy pictórica, como la de Alex Ross, por ejemplo, pero mis comienzos han sido más comiqueros. Siendo como yo soy desde hace muchos años ilustrador, y muy realista, mi natural ha ido diciéndome que esta narrativa de “El origen de la maldición”, que trepida entre el relato ilustrado y el cómic, es la más adecuada para contar la historia. El tema de las dos partes es puramente de capacidad productiva. Contar una película tan densa como “La bestia y la espada mágica”, en la que ocurren y se cuentan tantas cosas, me hubiera llevado dos años de trabajo y cerca de cien páginas. Eso, o contarlo en menos páginas y amputar más de la mitad del guión, cosa impensable. Mis ilustraciones son elaboradas y lentas, así que no hay otra forma más que producirlo en dos partes.

¿Cuál ha sido el motivo del cambio de editorial de una a otra adaptación?, ¿La actual editorial Dolmen te deja total libertad creativa o te impone o sugiere algo?

- Realmente la razón del cambio ha tenido que ver con cuestiones propias e internas de Aleta y con sus objetivos y ambiciones editoriales. Dolmen es una editorial que siempre ha apostado por el género y lo ha movido muy bien. Después de Aleta, con la que empecé a publicar “Los mitos de Asturdeva”, mis simpatías siempre han estado cerca de Dolmen. La libertad creativa en ambas editoriales siempre ha sido total, y la empatía también.

Observo dos cambios significativos respecto a la primera de tus adaptaciones, la dedicada a “El retorno del hombre lobo”, en tu segundo trabajo, “El origen de la maldición”; por un lado, el dejar de utilizar los típicos bocadillos donde introducir los textos y, por otro, el paso a utilizar fundidos de imágenes diferentes dentro de una misma página en lugar de la tradicional separación en viñetas. ¿A qué se debe ese cambio?

- Sí, no hay bocadillos, los textos están estructurados formando recorridos que se implican en las ilustraciones, que a veces son viñetas y otras páginas completas, porque el resultado es muy cercano al estilo que debe acabar por madurar en mi, con el que me siento satisfecho. Este también es un estilo narrativo que lleva usando el maestro italiano Sergio Toppi desde hace mucho tiempo, y que en su caso, sin duda tiene que ver también con su vena más ilustrativa que comiquera. Es decir, que no es algo nuevo esto.

Es muy interesante la forma en que consigues plasmar cierto dinamismo en algunas ilustraciones con ese tipo de dibujo que podríamos definir como un difuminado. ¿Técnicamente, como consigues ese efecto?

Todo el acabado estético es fruto de un programa maravilloso que se llama Painter. En él hago exactamente lo mismo que hacía con pinturas acrílicas sobre lienzos. El difuminado se hace con una herramienta que es un difumino, obviamente, y con el que frotando las zonas apropiadas consigues el efecto del difumino que se usa en el dibujo de carboncillo en mancha académica. Pero con un lápiz óptico y una tableta Wacom, eso sí, no con un ratón que no hay ni comparación.

¿Tu dedicación al mundo del comic significa un abandono, al menos temporal, de la ilustración stricto sensu?, ¿Qué diferencias ves, desde el punto de vista del artista, entre comic e ilustración?

-Vaya, pues la hay, pero en mi caso, como he explicado antes, cada vez menos, porque lo estoy hibridando. La ilustración puede ser narrativa, y el cómic puede ser pintado, una ilustración narrativa y secuenciada sería un híbrido de lo dos. Siempre hay un punto en donde los opuestos se encuentran. Luego están los integrismos gráficos. Hay quien cree que “El príncipe valiente” de Foster no es cómic porque no tiene bocadillos, o que lo que hace Ross, como está pintado, no es dinámico ni buen cómic, porque es una sucesión de ilustraciones puestas una tras otra. Sin embargo, Ross es el autor americano más cotizado en USA. Quizá, como en otros casos de los que hemos hablado con anterioridad, los norteamericanos no entienden de estas cosas que son inherentes a su cultura. Yo cada vez tiendo a ser más ilustrativo, en absoluto es un abandono.

Jacinto Molina/Paul Naschy supongo que estará contento con tu trabajo, ¿en qué términos te ha expresado su mayor o menor satisfacción respecto a lo que habéis producido hasta el momento?, ¿Cuáles serán los siguientes pasos de la colaboración?

-Pues él está muy contento, porque es un entusiasta de todas las manifestaciones del arte, sobre todo en sus formas populares. Le gusta mi estilo, y esa es la piedra angular, si no le gustara no hubiera aceptado empezar con este proyecto. Para mí es todo un honor. En cuanto a mi próximo proyecto,..., seguiremos con Paul Naschy, pero posiblemente dejemos descansar a Waldemar Danisky.

¿Cómo es Jacinto Molina/Paul Naschy en las distancias cortas?

-¿Conmigo?, yo me lo paso muy bien con él, somos parecidos en muchas cosas, así que yo le entiendo muy bien y creo que él también a mí. Para mí es un amistad entrañable, ha marcado un antes y un después en mi forma de ver el arte y conducirme por el.

Pues muchísimas gracias Javier, espero no haber distraído mucho a tus musas. Todo un honor y una lección poder hablar contigo.

-Gracias a ti y a Scifiworld.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Original de CARLOS PACHECO

Pertenece al número 2, página 1 de "Ultimate Avengers": el capi más chulo que he visto en mi vida. Coño..., que bonito es. Tinta de Danny Miki. (Pinchar en la imagen para ver más grande)

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mi original de "GENE COLAN"


Entre mi modestísima colección de originales tengo un "Gene Colan" del que estoy de lo más orgulloso. Se trata de una página de "The Tomb of Dracula", de una de las últimas historias del personaje (si no fue la última), donde el estilo de Colan era menos clásico de como había empezado la serie, entintado por el recientemente fallecido Al Williamson. Incluso se puede hablar de experimentación si se compara con el clasicismo previo (hacer click en la imagen para ampliar).

martes, 14 de septiembre de 2010

"SHERLOCK VS JACK", obra teatral de Paul Naschy

Os adjunto nota de prensa y cartel relativos a un proyecto teatral que ya está en marcha. Se trata de una obra de teatro escrita por Paul Naschy y que sin duda promete ser interesantísimo. Lo dirige Victor Matellano y cuenta con vestuario de, nada menos, Yvonne Blake (poseedora de un Oscar de Hollywood por "Nicolás y Alejandra (1971) de Franklin J. Schaffner ) y con escenografía de Luis Vallés (que se encargó de ese crédito en la reciente película de José Luis Alemán "La herencia Valdemar"). Desde luego yo ya estoy deseando verlo desde un patio de butacas.



Sherlock vs. Jack, la obra teatral póstuma de Paul Naschy

Paul Naschy dejó antes de fallecer varios guiones escritos asi como diferentes proyectos en marcha. Uno de estos es de carácter teatral, un proyecto en el que Naschy estaba muy implicado y que le generaba gran ilusión, "Sherlock vs. Jack".

¿Os imaginaís que una noche el criminal más famoso de todos los tiempos, Jack, visitase al detective por antonomasia, Sherlock...?. La idea es realmente fascinante y el texto teatral de Paul Naschy, que dejó escrito y pensaba montar, más aún.

En los presentes días la productora Waldemar Media y el director teatral y escritor cinematográfico Víctor Matellano han iciciado la preproducción del espectáculo que promete ser una auténtico bombazo ya que propone terror en directo, es decir, una mezcla entre teatro de misterio y barraca de horror de feria. Matellano (coguionista de "La maternidad", película con la que debutará Manuel Martínez Velasco en el campo del largometraje), que en su día dirigió a Naschy en el espectáculo "La danza de la muerte" y compartía con él este proyecto, es el encargado de versionar y dirigir el espectáculo.

Para la ocasión se cuenta con un equipo técnico de lujo que incluye a la oscarizada Yvonne Blake ("Superman", "Farenheit 451") en los figurines y a Luis Vallés "Koldo" ("La herencia de Valdemar") en la escenografía. Igualmente se promete un reparto solvente, actualmente en fase de casting, aunque se puede adelantar la posibiidad de algún nombre como el de Manuel de Blas, uno de los grandes de la escena nacional.

Proyecciones, efectos especiales, ambientación gótica, y terror en directo es lo que premete "Jack y Sherlock". Y lo más importante, es que se plantea como un auténtico homenaje a el gran maestro del terror, Paul Naschy.

jueves, 9 de septiembre de 2010

"RAY HARRYHAUSEN: EL MAGO DEL STOP MOTION"


Fuente: Pasadizo.com
Un nuevo libro de Calamar Ediciones, está a punto de aparecer en librerías, se trata de un extenso ensayo, escrito por Carlos Díaz Maroto, sobre el cine y la figura de Ray Harryhausen, un maestro del cine fantástico, de ciencia ficción y de aventuras, que hizo soñar a varias generaciones, y que convirtió la técnica en arte.

Un libro con abundante material gráfico que hará las delicias del aficionado al fantastique, y que gracias al apoyo recibido de la Fundación Ray & Diana Harryhausen cuenta con reproducciones del art-work originales de Harryhausen.

Ray Harryhausen, el mago del stop-motion ofrece un exhaustivo recorrido sobre la filmografía de este maestro de los efectos especiales, desde sus inicios con sus films caseros en los que le ayudaban sus padres, para seguir con las adaptaciones de cuentos que rodó, o su debut en el largometraje con El gran gorila, al lado de su mentor Willis O'Brien, hasta su última película, Furia de titanes, pasando por entregas míticas como su trilogía con Simbad, su incursión en la Hammer o sus adaptaciones literarias, como La isla misteriosa. También hay lugar para detallar muchos de los proyectos que tuvo en cartera pero que, por diversos factores, no vieron la luz.

El artista tuvo una historia de amor con España, que convirtió en set de rodaje de muchos de sus filmes, empleando su variada geografía para reflejar los entornos mitológicos o fantásticos en que se desarrollaban, desde las islas Canarias a las Baleares, pasando por Andalucía, Barcelona o Madrid, y haciendo trabajar en ellas artistas como el gran maquetista y creador de efectos especiales Emilio Ruiz, o trabajando con ayudantes de dirección de la talla de Pedro Vidal o el posterior realizador Eugenio Martín, o directores artísticos como el oscarizado Gil Parrondo.

La obra arranca con un capítulo centrado en lo que precede a Harryhausen, dentro del campo del stop-motion, vinculando éste con el nacimiento del propio cine, y desarrollando una breve historia de la técnica a través del tiempo. Ocupa un lugar especial, por supuesto, el comentario sobre la obra de Willis O'Brien, creador de King Kong y mentor espiritual de Harryhausen, y sin el cual, quizás, éste no hubiese existido en el sentido que hoy lo conocemos.

Sigue un breve capítulo biográfico acerca de nuestro hombre, que finaliza exactamente cuando éste comienza su labor en el cine. Después, el libro, mientras desbroza una película en cada capítulo, prosigue incursionando levemente en la vida de Ray; esos capítulos pretenden explicar la técnica empleada en cada película, analizar ésta desde el ámbito cinematográfico y orientar periféricamente sobre las temáticas de cada film. También hay sendos capítulos dedicados a sus inicios en los cortos con los cuentos de hadas, su etapa final, con su labor en el campo del DVD o apoyando los trabajos de otro, o especialmente un amplio capítulo dedicado a los proyectos que tuvo a lo largo de su vida pero que, por cualquier motivo, no llegaron a llevarse a cabo.

La finalidad del libro, pues, es dar a conocer a un maestro de una técnica hoy olvidada, homenajear a uno de los más grandes artistas que ha dado el cine fantástico en toda su historia, y que nos ha hecho soñar tanto de niños como de adultos.


Ficha técnica:

Ray Harryhausen. El mago del stop-motion
Autor: Carlos Díaz Maroto
Editado por Calamar Ediciones

Cartoné al cromo (tapa dura), 17 x 24 cm. 288 páginas.
Profusamente Ilustrado en color.
ISBN: 978-84-96235-36-6
PVP: 28,50 Euros


Oferta de lanzamiento:

El libro estará disponible en librerías de toda España a finales de septiembre de 2010, mientras tanto se puede ir reservando en la web de la editorial http://www.calamarediciones.com/ que tiene una oferta de lanzamiento y regalará un póster exclusivo a las personas que reserven su ejemplar.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

"SCIFIWORLD" TE INVITA A SITGES

"SCIFIWORLD" TE INVITA AL FESTIVAL DE SITGES (Fuente: www.Scifiworld.es)

La web Scifiworld.es puede ser el motivo por el que acudas gratis unos días al Festival de Sitges. Informate más abajo sobre el sorteo que realiza la web y...¡mucha suerte¡


"Scifiworld cumplirá el próximo mes de noviembre 5 años. Y para celebrarlo se nos ha ocurrido invitar a una persona y a su acompañante al próximo Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña, Sitges 2010, donde presentaremos el documental "The man who saw Frankenstein cry" dirigido por Ángel Agudo, además de los libros "Profanando el sueño de los muertos" de Ángel Sala y "Joe Dante" de Álvaro Pita.

Para participar tan sólo deberás contestar, en los comentarios de ésta noticia, a la siguiente pregunta: ¿Qué es Scifiworld para ti?.

La respuesta más original ganará:

- Una habitación doble, con desayuno incluído, del 10 al 13 de octubre en el Sitges Park Hotel.
- Dos Abonos Matinée.(*)

El ganador se dará a conocer el lunes 27 de septiembre.

Celebra con nosotros el 5º aniversario de Scifiworld y disfruta como nunca el Festival de Sitges.

Y si no puedes asistir... ¡no te preocupes!

La cobertura de este año será tan intensa que te hará sentir como si estuvieses en el Festival. Y todo aquí, en

la casa del fantástico. Scifiworld.es

(*) Sobre el Abono Matinée:

- Cada Abono Matinée es válido para 1 persona, y da acceso a las sesiones para público en el Auditori, durante todo el festival, en la franja de las 10h-12h-15h de la mañana (fines de semana incluídos). Excepciones: el Abono Matinée no da acceso a las sesiones 3D ni a las Maratones del día 17 de octubre.

- Los ganadores podrán recoger su Abono Matinée en las Taquillas del Auditori, a partir del 7 de octubre (día inaugural), mostrando el DNI.

- Todos los ganadores del sorteo tienen que ser mayores de 18 años."


lunes, 30 de agosto de 2010

domingo, 29 de agosto de 2010

"SCIFIWORLD MAGAZINE", Nº 30 (septiembre 2010)

Con esta chulísima portada viene a vernos el número de septiembre de SCIFIWORLD MAGAZINE. Un número especial con contenidos dedicados al monstruo más de moda, y del que se vende muy bien todo lo que tenga que ver con él: el zombi. Mi contribución a este número es una nueva entrega de la sección "La máquina del tiempo", que esta vez, para no desentonar con el tono general del número, he dedicado a "RE-ANIMATOR", esa divertida película de Stuart Gordon. También se incluyen mis críticas de "MIEDOS", la última película de Joe Dante y de "LOS OJOS DE JULIA", una producción de Guillermo del Toro cuyo concepto comercial está muy en la línea del éxito de público que fue "EL ORFANATO", y a la que se le presume una acogida igual de unánime; al menos comercialmente hablando.

sábado, 28 de agosto de 2010

DIA DE LA LECTURA DE TEBEOS EN LUGARES PUBLICOS

Hoy 28 de agosto, coincidiendo por tanto con el que hubiera sido el 93 cumpleaños de Jack Kirby, parece que es el "Día de la lectura de tebeos en lugares públicos". Vamos, algo así como el día del orgullo friki. Una salida del armario organizada para todos aquellos que no se atreven a dejarse ver leer tebeos en un metro, autobus, etc. Tiene gracia la cosa, lo malo es que como casi todo este tipo de eventos, sólo lo conocen precisamente esos a los que no les hace falta conocerlo, precisamente los que leen tebeos. No obstante, al menos que sirva para celebrar que existió alguien como Jack Kirby, un artista de una talla que algún día reconocerán los museos.

jueves, 5 de agosto de 2010

JOHN BUSCEMA: mi original.

Para que vuestros calores veraniegos lo sean más aun, os voy a seguir dando envidia. Aquí os muestro el original de John Buscema (página de "Conan the Barbarian") del que soy orgulloso propietario. Vereis ligeramente una marca de agua donde dice Albert Moy, que es el señor marchante que me lo ha vendido; la foto está sacada de su web. En breve espero tener la oportunidad de poder escanear el original con mayor calidad y poderlo tener en mis archivos informáticos sin esa marca de agua. Hala, a sudar...

jueves, 29 de julio de 2010

SCIFIWORLD MAGAZINE Nº 29 (Agosto 2010)

Este mes de agosto la revista SCIFIWORLD MAGAZINE trae una de las más espectaculares portadas de entre todas las que ha disfrutado la publicación desde su ya larga vida en los kioskos. Mi aportación en este número es un artículo sobre "El increible hombre menguante", de Jack Arnold, dentro de la sección "La máquina del tiempo". Por otro lado, en el apartado de críticas de estrenos se incluye mi crítica de "El circo de los extraños", una reivindicable película dada la atonía con la que creo ha sido recibida por los medios.

lunes, 19 de julio de 2010

"CANINO" (KYNODONTAS, 2009)

Con ánimo de hacer más llevadera "la caló" repesco mi crítica de "Canino" que fue publicada en SCIFIWORLD MAGAZINE en su número 26, correspondiente a mayo de 2010.


El cine, hablando en términos generales, parece tener inactiva su capacidad de sorpresa, salvo en muy contados y siempre reconfortantes casos. “Canino” es uno de ellos. Ya se perciba con mayor o menor obviedad el verdadero sentido de esta comercialmente arriesgada comedia negra, la materialización fílmica de su propósito no debe calificarse más que como de aguda e inteligente. La probabilidad de que el espectador se sienta agredido por lo que algunos pueden intuir como una tomadura de pelo está bien presente; buena parte de ese riesgo comercial se debe imputar a ello, pero no es más que una consecuencia del adocenamiento al que el cine comercial ha (mal)acostumbrado al respetable y a su capacidad de raciocinio y superación, tan contrario como es este público –en cuanto que masa amorfa, por supuesto sin particularizar en las excepciones– al más pequeño esfuerzo intelectual que un discurso mínimamente formado y/o complejo exige.

“Canino” apela a la constante atención del público, el cual, por más que tome conciencia del estado de alucinación y estupefacción al que se le somete, siempre recibe el último empellón a trasmano. Tras unos primeros momentos, presos como estamos aun del propio pasmo, que hacen recordar el cine de Eric Rohmer como una muestra de la cartelera más adrenalítica, poco a poco se nos va llevando al riquísimo terreno que propone. Minuto tras minuto se nos sacude con la sorpresa de lo inesperado, de lo surreal y lo tragicómico; algo que a cada paso se irá transformado en un tono amargo, oscuro e incluso éticamente obsceno, lo que finalmente se conforma como el objeto final de toda la fabulación. Ese es su principal valor, la creación de un significado nuevo a través de la continua trasgresión de un significante aparentemente trivial, que se verá dislocado por los constantes y abruptos giros, no narrativos sino semánticos, con la rotura total de cada apriorística convención entre ambos, significante y significado. Y la parábola está ahí bien presente, acechante y cruda. La inicial estupefacción que provoca deja paso a la espera atenta de nuevos estímulos para nuestras neuronas, ya excitadas previamente y abiertas a cualquier cosa que pudiera suceder.

Su simplicidad formal –no consigo recordar ni un solo movimiento de cámara– apabulla por su eficacia, consecuente con la evidente inteligencia y la milimétricamente ajustada medida de los atributos con los que se quiere dotar al concepto que “Canino” representa. El cine, un arte eminentemente visual, aquí se rinde sumiso ante un contenido que incita a la reflexión, que únicamente necesita de las imágenes como un sustento físico imprescindible pero básico, sin más valor y categoría que el que recae en el nivel más primitivo de su función. Al igual que actualmente sucede en el mundo del cómic, donde el antiguo virtuosismo de un Hal Foster o un Will Eisner se ve sustituido por un dibujo feista aunque eficaz –carente de la maestría requerida en otros tiempos– pero al servicio de una buena historia, “Canino” se muestra formalmente esquemática, recayendo su fuerza en el propio guión más que en las imágenes que lo acompañan. Por otro lado, si el cine tiene una capacidad especial, particular, de la que carece la literatura o cualquier otro arte, aquí esa capacidad está muy bien representada, siendo “Canino” un ejemplar único y atemporal, despegado de cualquier (multi)referencia; y por eso mismo, tan alejado de la actual y tan sobada tendencia a la posmodernidad. En definitiva, un ejemplar genuino.

Una última cosa; dedicada a aquellos que necesitan de un bastón para guiar su ceguera. “Canino” es una película griega, reconocida con varios galardones en festivales como Cannes o Sitges, dirigida por Giorgos Lanthimos, y que cuenta cómo un padre y una madre de una familia acomodada sobreprotegen a sus tres hijos veinteañeros de un supuestamente perverso, peligroso y degenerado mundo exterior, al que trasforman de cara a sus ingenuos descendientes. Pero el remedio será peor que la enfermedad.
Juan Andrés Pedrero Santos